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Este microlibro es un resumen / crítica original basada en el libro: Breaking the Habit of Being Yourself
Disponible para: Lectura online, lectura en nuestras apps para iPhone/Android y envío por PDF/EPUB/MOBI a Amazon Kindle.
ISBN: 9788479538255
Editorial: Urano
El cerebro es uno de los órganos más vitales del ser humano. Tener una buena vida depende en gran parte del buen uso que le demos.
En este libro, el doctor Joe Dispenza te guiará para que obtengas un nuevo estado mental. ¿Te encuentras preparado para dar un paso adelante? ¡Vamos!
El autor habla sobre la teoría que afirma que la mente y la materia son dos cosas distintas. También sobre el modelo cuántico, que defiende que son lo mismo. La mente es materia, y la materia es mente.
Debemos entender que cambiar nuestra mente no es más que una cuestión de dejar el hábito de ser el mismo de siempre. Para eso hay que tener nuevas experiencias y percepciones.
Cuando trasciendes tus sentidos y entiendes que no estás limitado por las cadenas de tu pasado, todo es posible. La inteligencia universal que anima todo cuanto existe te sorprenderá y deleitará. Lo único que desea es ofrecerte lo que tú quieres.
Es decir, cuando cambias tu mente, cambia tu vida.
La neurociencia ha demostrado que cambiamos nuestro cerebro —y por lo tanto de conductas, actitudes y creencias— al pensar de distinta manera. O sea, sin que cambie nada de nuestro entorno.
Por medio del repaso mental, como imaginar repetidamente que realizamos una acción, los circuitos del cerebro son reorganizados para reflejar nuestros objetivos.
Podemos hacer que nuestros pensamientos sean tan reales que el cerebro cambie como si la situación ya fuera una realidad física. Tú también puedes cambiarlo para adelantarte a cualquier experiencia del mundo exterior.
Si sigues instalando, reforzando y mejorando la configuración neurológica del cerebro, esta repetición acaba creando una red neuronal: un nuevo programa informático. Y este programa, al igual que el software de un ordenador, funciona de manera automática.
Si cultivas al cerebro para prepararte para nuevas experiencias, tu mente ya dispone de todo lo que necesita para afrontar este reto.
Los neurotransmisores, los neuropéptidos y las hormonas son las sustancias químicas de la “causa y efecto” para la actividad cerebral y el funcionamiento del cuerpo. Estas tres clases distintas de sustancias químicas, llamadas ligandos, conectan a las células. Las hacen interactuar entre sí o influyen en ellas en cuestión de milisegundos.
Cabe destacar que los neurotransmisores son mensajeros químicos que envían señales entre las células nerviosas para que el cerebro y el sistema nervioso puedan comunicarse.
Por otro lado, los neuropéptidos son los componentes de la mayoría de estos mensajeros. La mayor parte están producidos en una estructura del cerebro llamada hipotálamo.
Cuando viajan por el torrente sanguíneo, se adhieren a las células de distintos tejidos y después se transforman en hormonas. Estas nos influyen para que nos sintamos de una forma en particular. Junto a los neuropéptidos, son las sustancias químicas responsables de nuestros sentimientos.
Por otro lado, en el presente es donde existen simultáneamente todas las posibilidades en el campo cuántico. Cuando vivimos “el momento”, podemos ir más allá del espacio y el tiempo, y hacer realidad cualquiera de estas posibilidades. Pero cuando vivimos en el pasado, no existe ninguna de estas nuevas alternativas.
El autor habla de cómo el cuerpo se convierte en la mente por medio del ciclo de pensar y sentir, y sentir y pensar. Aunque con los recuerdos del pasado también ocurre lo mismo.
El proceso es el siguiente: vivimos una experiencia con una carga emocional. Después tenemos un pensamiento sobre este episodio. El pensamiento se convierte a su vez en un recuerdo que refleja la emoción de la experiencia.
Si seguimos pensando en aquel recuerdo de manera repetida, el pensamiento, el recuerdo y la emoción acaban fusionándose en una sola cosa. Ahora vivir en el pasado ya es un proceso más subconsciente que consciente.
Tal vez no conozcas todos los detalles del resultado deseado —cuándo sucederá, dónde y en qué circunstancias—, pero confías en un futuro. Aunque no puedas percibirlo con los sentidos.
Para ti el resultado ya ocurrió en el sin espacio, sin tiempo, sin cuerpo, de donde surge todo lo material. Te encuentras en un estado de omnisciencia, te relajas y dejas de vivir en el estado de supervivencia.
Anticipar o analizar cuándo, dónde o cómo sucederá la situación deseada solo te haría volver a tu identidad de antes. Eres tan feliz que no intentas descubrirlo; los humanos solo tratamos de saber tales cosas cuando vivimos en el estado limitado de supervivencia.
Todo cambio empieza con un simple pensamiento: podemos crear al instante nuevas conexiones y circuitos neurológicos que reflejan nuestros nuevos pensamientos. Y no hay nada que estimule más al cerebro que el aprendizaje.
El autor menciona “tres cerebros”. El primero es la neocorteza o el cerebro pensante. El segundo es el cerebro límbico o emocional, responsable de crear, mantener y organizar las sustancias químicas del cuerpo. En tanto que el tercero, el cerebelo, es la sede de la mente subconsciente.
Desde el pensar hasta el actuar, la neocorteza procesa los conocimientos y luego nos anima a vivir lo aprendido. Es la arquitecta o diseñadora del cerebro. Nos permite aprender, recordar, razonar, analizar, planear, crear, especular sobre posibilidades, inventar y comunicarnos.
Como en esta región es donde almacenamos la información sensorial como lo que vemos y oímos, la neocorteza nos conecta a la realidad exterior. Procesa en general los conocimientos y las experiencias.
A partir de situaciones nuevas y emociones nuevas, el cerebro límbico produce sustancias químicas para ayudarte a recordar las experiencias. Situado debajo de la neocorteza, es la región más desarrollada y especializada del cerebro en los mamíferos no humanos, como los primates superiores.
Ayuda a formar recuerdos a largo plazo: puedes recordar cualquier experiencia mejor porque te acuerdas de cómo te sentiste emocionalmente cuando ocurrió. Si el cerebro límbico tuviera un lema sería “las experiencias son para el cuerpo”.
Desde pensar y actuar hasta ser, en el cerebelo se almacenan los pensamientos, las actitudes y las conductas habituales. Es la parte más activa del cerebro, está situado en la parte posterior de la cavidad craneana. Considéralo el microprocesador y el centro de memoria del cerebro.
Con el tiempo, nos volvemos adictos a algo para apaciguar el dolor, la ansiedad o la depresión con los que vivimos a diario. ¿Es malo esto? En realidad, no.
La mayoría de la gente lo hace porque no sabe cómo cambiar desde dentro. Solo están siguiendo su deseo innato de sentirse mejor e inconscientemente creen que su salvación se encuentra en el mundo exterior.
Nunca les han explicado que usar el mundo exterior para cambiar el mundo interior solo empeora las cosas, solo agranda el vacío.
Si queremos que algo del exterior nos haga felices, no estamos siguiendo la ley cuántica. Estamos dependiendo de lo de fuera para cambiar lo de dentro.
La cuestión es que la verdadera felicidad no tiene nada que ver con el placer. Este último depende de cosas estimulantes para sentirnos bien, lo que solo nos aleja de la auténtica dicha.
A medida que apartas los velos que impiden a esta inteligencia fluir dentro de ti, te vuelves más como ella. Te vuelves más afectuoso, más generoso, más consciente, más resuelto, porque esta es su mente. El vacío queda sepultado.
En este punto te sientes feliz y completo. Ya no dependes del mundo exterior para que te defina. Las emociones elevadas que sientes son incondicionales. Nadie ni nada pueden hacerte sentir así. Eres feliz y quien eres es simplemente lo que te inspira a serlo.
Uno de los secretos para abandonar el hábito de ser el mismo de siempre es intentar ser mejor observador. Puedes hacerlo siendo más metacognitivo, calmando la mente o prestando más atención a tu conducta y a las respuestas emocionales causadas por tu entorno.
Elimina los estímulos del mundo exterior cerrando los ojos y calmándote, reduciendo los estímulos sensoriales. Tranquiliza el cuerpo y deja de centrarte en un tiempo lineal, así advertirás lo que estás pensando y sintiendo.
Si empiezas a fijarte en tus estados inconscientes de la mente y el cuerpo, y logras “conocer” tus programas automáticos y hacerlos conscientes, ¿estarás meditando? La respuesta es sí. Meditar es “conocerse a sí mismo”.
El objetivo principal de la meditación es dejar de poner la atención en el entorno, el cuerpo y el paso del tiempo. Fíjate en tus intenciones y pensamientos en lugar de en todas las cosas exteriores.
Así podrás cambiar tu estado interior independientemente de tu mundo exterior.
Meditar también te permite ir más allá de la mente analítica para acceder al subconsciente. Algo importantísimo, porque es en el subconsciente donde residen todos los malos hábitos y conductas que deseas cambiar.
Para eso el autor propone un programa de cuatro semanas que te permita empezar a meditar. Dentro de ellas hay diez pasos que debes seguir: induce, reconoce, admite, declara, entrégate, observa, recuerda, redirige, crea y, por último, repite.
Solo tú puedes saber cuándo estás preparado para progresar y la rapidez con la que lo haces. Además, esto no depende apenas de tus meditaciones, sino también de hacer que el cambio sea una parte de tu vida diaria.
Después de trabajar sobre un aspecto personal durante cuatro a seis semanas en tus sesiones, seguramente sentirás la necesidad de sacar otra capa del yo.
Reflexiona sobre ti cada mes. Observa si aparece en tu vida alguna respuesta sobre lo que estás creando y cómo lo estás haciendo.
Cuando domines la pauta básica de cómo meditar, puedes trabajar tus emociones de un modo más unificado, ocupándote de varios aspectos tuyos al mismo tiempo.
Eres un ser multidimensional que crea su propia realidad. Dejar de ser tú significa que tendrás que despojarte de tu mente y crear otra nueva.
Cambia el aspecto biológico, energético, físico, emocional, químico, neurológico y genético. Deja de vivir aceptando inconscientemente que la competitividad, las luchas, el éxito, la fama, lo son todo en la vida. Así te liberarás de las cadenas de lo mundano.
El autor cree que el deseo de triunfar en la vida, nos ha hecho buscar las respuestas y la auténtica felicidad fuera. Sin embargo, las verdaderas respuestas y la auténtica felicidad siempre han estado dentro de nosotros.
Pero la parte más difícil de este proceso es encontrar el tiempo y reservarlo para que tu valiosísimo yo lo haga.
Eso es. Somos creadores divinos. Es lo que hacemos cuando nos sentimos inspirados y queremos aumentar nuestro conocimiento. Pero también somos seres de costumbres. Adquirimos hábitos con facilidad. Poseemos tres cerebros que nos permiten evolucionar del conocimiento a la experiencia y la sabiduría.
Al hacer cualquier cosa que aprendimos de forma implícita por medio de la repetición de la experiencia, enseñamos al cuerpo a convertirse en la mente. Ésta es nuestra definición de hábito.
El peor hábito que puedes eliminar es el de ser el mismo de siempre y el mejor que puedes adoptar es el de expresar lo divino a través de ti.
Una buena vida es sinónimo de un cerebro sano. Sin embargo, a veces no sucede o no lo puedes conseguir. No te preocupes. En este libro has aprendido cómo alcanzar un nuevo estado mental, teniendo en cuenta lo que piensas, sientes y realizas.
Joe Dispenza tiene la idea de que todos tenemos habilidades ilimitadas. Para ello, nos ha enseñado a través de varios pasos a reconfigurar el cerebro para generar cambios duraderos en el cuerpo.
Para buscar la felicidad y una vida plena, resulta necesario leer “Los cuatro acuerdos” de Don Miguel Ruiz. En concordancia con este libro, el autor revela los secretos de la sabiduría tolteca. Con ella se puede modificar el complejo sistema de creencias que hay en cada uno. ¡Ve por él!
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Doctor, conferencista, investigador, consultor, autor y educador estadounidense. Impulsado por la convicción de que todos tenemos habilidades ilimitada... (Lea mas)
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